LA ENVIDIA DEL AMIGO ES PEOR QUE EL ODIO DEL ENEMIGO
A la par que los petit comités, los pueblos chicos tiene sus ventajillas, y también un lado un tanto claro obscuro, y esto se da todos los niveles, y no es necesario que el envidiado en este caso, sea muy adinerado, entre menesterosos son motivo de disputa hasta sus andrajos, pues entre chacareros se envidian el grano, entre ganaderos, se envidias el toro, los transportistas la carretilla, y por supuesto a nivel de las ligas mayores comerciales, los motivos se diversifican, y por que no mencionar un tema de envidia que los unifica a todos…. La mujer, y no olvidar el dicho popular que “La suerte de la fea… la bonita la desea “o aquel un poco mas procaz “No existe mujer fea…. Si se la mira por donde mea….”
Al antaño al que nos remontamos, existía en Pucallpa un socorrido oficio, el de SANITARIO, no se empleaba en aquellos tiempos el término de enfermero, y pues bien que hacia el Sanitario, pues lo mismo que haría un Enfermero (entre otras cosas) curaciones a Domicilio, consultas de salud menores y aplicación de inyectables; eran por lo general varones, que se desplazaban en sus bicicletas por todo el pueblo, aplicando las indicaciones de los médicos,
Se distinguían de los demás de los mortales que también se desplazaban con el mismo sistema de locomoción, porque en la parrilla posterior y sujeta con amarras o con los resortes de la máquina, si los tenia, llevaban un desgastado maletín de cuero, con sus instrumentos de campaña, pocos pero eficaces, teniendo en cuenta que en aquella época no existían jeringas descartables, ni los implementos a que la modernidad nos tiene acostumbrados, y aceptamos como si hubiesen existido de siempre, sobre todo los mas jóvenes que no han conocido nada diferente.
Y en que consistían, pues sin llamar a risa, eran un rollo de algodón, una tira de elástico de costurera, dos o tres jeringas de vidrio de diferente calibre, unas cuantas agujas de longitud variada según sus necesidades , una piedra de afilar para sacarles punta, un frasco de alcohol, y un estuche que cumplía las funciones de esterilizador de su material, los mas precavidos poseían también su gasa, esparadrapo, y el infaltable mercurio cromo, y su yodo, dos líquidos de diferente color, pero similar empleo, que eran la panacea para toda clase de heridas.
Eran envidiados por la mitad masculina del pueblo, pues no existía potocha que no hubiesen revisado, y las tasaban desde guagüitas, eran los catadores locales de las futuras bellezas Pucallpinas, con que envidia los veíamos entran en las casas de las chicas que nos traían a mal traer, y rogábamos que no estuviese inyectando al objeto de nuestros ocultos deseos, imaginando sobando y masajeando sus lúbricos glúteos, regodeando la mirada en sus redonces, deslizando sus dedos en sus turgencias, El sanitario era con seguridad el martirio del celoso, y mas de un marido había tenido que correr de su hogar a algún avezado (que en todas las profesiones los hay) que trato de manosear mas allá del acto profesional, al objeto de sus amores.
Entre ellos destacaba un joven, que parafraseando a Cervantes “ de cuyo nombre no quiero acordarme” en cautela de su intimidad, pues a esta fecha aún vive, y si este manuscrito llega por casualidad a sus manos, sonreirá al recordar sus años mozos, pero que mas de un Pucallpino viejo (sin animo de ofensa) reconocerá con suma facilidad, lo que lamentablemente no puedo evitar, pues sus hazañas trascienden al tiempo, y sus anécdotas fueron motivo de solaz, y picarescas conversaciones, este apreciado servidor de la sociedad, diestro en el arte de la penicilina y demás antibióticos, analgésicos y balsámicos, en su juventud era un sujeto de buen ver (visto desde la óptica femenina) blanco, de talla mediana, ojos claros y vivaces, dicharachero y entrador, siempre de punta en blanco, y servicial .
El al igual que muchos de su edad, mi promo en ese entonces éramos unos mocosos de pantalón corto, (de esos que ahora llama shorts, bermudas etc, etc ) le habían hechado la puntería a la compañera de un vecino, mujer de belleza mas que aceptable, de talla mas bien pequeña, (el veneno viene en frasco chico) Piel blaca, terza y sonrosada en la que destacaba su cabello negro azabache que le llegaba mas debajo de la cintura, ojos grandes y vivaces, que decian lo su boca callaba, y unos labios sensuales, carnosos, , de esos que desatan pasiones y desncadenan tormentas , y un cuerpo en el que la naturaleza se habia esmerado, pechos redondos y turgentes, cintura minuscula, y unas caderas apoteosicas, todo ello sostenido por un par de piernas dignas de sostener un moderno partenon, sin desmerecer en absoluto y aun con ventaja, de ser comparadas con las columnas dóricas o Romanas, y que ademas le proporcionaban un cadenciosos andar, que levantaba pasiones y despertaba lujurias.
Esta Dama al parecer solo no impresionaban a los microbios, virus y demás seres microscópicos que nos suelen complicar la vida , y de estos bichos inmunes a sus encantos, sabe Dios cual de ellos tuvo el atrevimiento de afectarla de vaya Ud a saber que enfermedad, pero el hecho es que para gran pesar del marido ; Su médico o sus amistades le recomendaron que requería para su curación la aplicación de unas inyecciones en las nalgas, (y que nalgas tenia la interfecta) y eso para el marido eran palabras mayores.
Muchos imaginamos que los sanitarios del pueblo haría harto tiempo que estaban esperando un acontecimiento de este tipo, y habrían prendido todas las velas del pueblo a San Cipriano (muy de moda en ese entonces para estos menesteres) para ser el elegido de colocarlas.
El caso es que el celoso marido dilató hasta la temeridad este hecho, pero llegadas las fiebres y escalofrios se vio ante la terrible disyuntiva, pues no tuvo mas alternativa que proceder a elegir al privilegiado y envidiado Sanitario que pincharia el altar morbido de los gluteos de su pareja, y adivinen e quien recayó el encargo, pues nada menos que en el de Marras que nos ocupa, no sabemos si por aportar mas velas al Santo antes mencionado, o por elección de la interfecta (nos inclinamos mas a ello) la que con seguridad no veía con malos ojos al profesional antes mencionado.
Dada la circunstancia fue contactado nuestro amigo, y tan solo de imaginar su cara de libidinosa felicidad con que recibiría esta noticia, nos morimos de sana envidia, el hecho es que empezó a hacerse habitual, el ver su bicicleta arrimada a la pared de la casa, a las horas convenidas en que debía “inyectarla”, miren la desfachatez, gozar del privilegiado espectáculo, dar rienda suelta a su vista, tacto, olfato y demás sentidos abocados en las relaciones eróticas…. Y encima cobrando…
El marido que de tonto no tenia un pelo, escatimando tiempo a su trabajo, estaba presente en casa, imaginándolo como un Otelo celoso, a la vera de la cama matrimonial, haciendo respetar escrupulosamente la praxis profesional, y poniendo freno a cualquier extralimitación, pero el hecho es que la paciente no mejoraba, o aparentaba no hacerlo, vaya Ud. A saber con que secundarias intenciones, y como buena fémina, experta en el arte de la Llullamperia y la simulación, convenció al marido, de requerir mas inyecciones, El hecho es que en el trabajo, al celoso esposo, en su versión tropical de Otelo, se la pusieron difícil, y muy a su pesar, en aras de la economía familiar debió ausentarse de esta vigilancia, en aras del laboro, y la dama quedo a merced del depredador…. ¿ o fue a la inversa ??.
Como quiera que los buenos “amigos” que no faltan, o de los enemigos que tampoco nos mezquina este mundo, le empezaron a calentar la oreja al celoso marido, y poca candela era de menester para elevarle la temperatura, pues como dice el vals criollo “ aquel que se casa con mujer bonita, … ni cien curanderos del norte, el susto le quitan” y no se les ocurrió a estos mensajeros mejor artimaña que como quien no quiere la cosa, preguntarle al marido como quien se interesa por su salud, ¿ Como seguía la interfecta, y que cuantas inyecciones ya le habían aplicado….?. Y como un esto no es conmigo, ... ¿si le había contado los huequitos de las puestas…..? porque pareciera que la contabilidad a la que se dedicaba este buen hombre solo se había limitado a sus libros contables, y no se había percatado de aplicarla a nivel domestico, pero ante este comentario, como dice los cazadores “ se le levanto la perdiz” , y tras proceder probablemente al consigiuiente arqueo de caja, que al parecer no cuadró, una mañana salio como solía cotidianamente hacerlo, con destino a su trabajo, o al menos eso le dijo a la mujer, pero al parecer ya tenia un buen plan trazado, ya que los agujeritos de las inyecciones no le habían cuadrado al efectuar el balance contable de los mismos , con las visitas profesionales efectuadas, habían visitas al haber y agujeritos al debe, al menos en el lugar que debían de haberlos, y alineados en lugar diferente.
Una vez fuera del hogar y como lo tenia premeditadamnte programado, buscó un lugar adecuado para ñahuinchear bien lo que sucedía, y ahí, acomodado en su escondite, espero pacientemente la llegada del sanitario de marras, Mientras que medio pueblo y la otra mitad tambien , al tanto de la especial situación que se vivía en este hogar, habían sacado entradas de acuerdo a sus posibilidades, para no perderse el espectáculo que se programaba, Asi abandonando todo recato y disimulo se habian ubicado desde la zona VIP hasta mas alejadas, y algunos hasta habían llevado sus sillas a las inmediaciones, pues lo que se veía venir, era un Chaparrón de los buenos.
Transcurrido un tiempo mas que prudencial, el publico recibió mas de lo esperado, vieron salir a un sanitario despavorido, en paños mas que menores, treparse en su bicicleta atolondradamente, mientras detrás de el, El celoso marido disparaba a diestra y siniestra con un arma que sabe también Dios, que “amigo o enemigo” se la había proporcionado.
¿Que había visto el Conyugue defraudado? esto queda a criterio de la imaginación de cada uno, pero el hecho real y documentado, es el que he narrado, lo acaecido al interior de la casa no se puede probar, pero si imaginar, y vaya que hay tema para ello...
El Sanitario se desapareció del pueblo o se lo tragó la tierra un tiempo mas que prolongado, pero la pareja se mantuvo, a pasar de todo lo acaecido al interior del hogar y mancillando el tálamo nupcial, pero así son los misterios del Orinoco, que Ud. No los sabe y yo tampoco. Imagino que soltar tamaña prenda ocasionabale mas dolor al marido, que los adornos cefálicos, léase cuernos, con que había sido adornado.
Ni que decir que Pucallpa tuvo cotilleo para una larga temporada, y si bien la mujer no asistía a la compra del mercado por femenina vergüenza o prohibición marital, el pobre marido tenia que diariamente concurrir a su trabajo, y ver de soslayo las caras de todo un pueblo que se regodeaba en su propia cara.
Potocha: despachada de nalgas
Guagüitas: bebes
Ñahuincheava: miraba
Chaparrón: Copiosa lluvia
Llullampa: mentira
martes, 6 de enero de 2009
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