Debo confesar que nací a una edad muy temprana.
El Dr. Juan Alfonso Zaplana Ramírez, (Lima set. 1941) polifacético y de mente enciclopedista, fue llevado a Pucallpa a la edad de dos años, y pasó su infancia en ella, estudió en la 1230, El Coronel Portillo, y el Mariscal Castilla, y su secundaria en Lima en el primer Colegio nacional de la República, Nuestra señora de Guadalupe, Cursó sus estudios de Medicina en España, en la Facultad de la Ciudad de Granada, al volver al Perú, retorno a Pucallpa como Capitán de Sanidad del Ejercito Peruano, laboró nueve años, en su tierra añorada, donde goza aun de un prestigio profesional y personal muy bien ganado, y luego ejerció en la Capital, donde radica, pero visita Pucallpa muchas veces al año, y mantiene la propiedad familiar, en el céntrico Jirón Coronel Portillo.
Actualmente es Miembro de los Colegios Médicos de Perú y España, Presidente de la Asociación Médica Hispano Peruana, Miembro de la Asociación Latino Americana de Tórax, miembro de INTERASMA, Sociedad internacional de asma, fue presidente de la afamada Cooperativa de Ahorro y Crédito Jesús Nazareno de Pucallpa, y miembro del consejo de administración del Banco nacional de las Cooperativas, entre otros muchos cargos, Profesor universitario, conferencista reputado, y sobre todo un Profesional íntegro, que disfruta de un aprecio casi universal en su medio profesional y social.
Es Pucallpino por decisión propia, y su amor lo traduce a la grafía, en estas narraciones, que con seguridad serán de su agrado, y que pretenden rescatar la memoria colectiva de los Pucallpinos, y evitar que se pierdan en el olvido muchas de las anécdotas e historias de la Región.
Casi todos los relatos están efectuados en primera persona, envidiable testigo de excepción de una época hermosa.
Son rescatables los modismos locales, palabras llenas de encanto, pegajosas al oído, pero que cada día se emplean menos, y con el tiempo se perderán, por ello de mantenerlas vigentes entra en el propósito de este libro.
Cuando se conversa con el Dr. Zaplana, desearía no dejar de escucharlo sus dichos extraídos de la sapiencia popular, los introduce con Un “mi abuela Decía “, o “mi padre lo decía”, por ello muchas de la introducciones a sus narraciones se retrotraen mucho en el tiempo y nos traen a colación pensamientos o frases históricas que el tiempo no ha podido derrotar.
Ameno narrador, que ve cumplido el propósito largamente acariciado, de verter a la imprenta, lo mucho que atesora, su lectura será ágil y sencilla, y sentiremos a los curvinces del alma, roernos los sentimientos.
23 narraciones que nos saben a poco, que nos dejan con la miel en los labios, pero que con seguridad continuaran.
Tiene ya en etapa final otro Libro, sobre el accidente de aviación que enlutó a Pucallpa, El Accidente de LANSA, testigo de excepción, pues capitaneo el equipo militar a cargo de la operación rescate, esperamos tenerlo en nuestras manos pronto.
Su padre, Pionero del Ucayali, periodista profesional, primer presidente del centro Federado de Periodistas de Pucallpa e insigne poeta y narrador, solo dejó Pucallpa para morir en Lima, el inculcó a sus hijos el amor al terruño y trasmitió genéticamente la vena literaria que hoy adorna a su hijo, y a su nieto, y habrá que esperar a ver que sucede con las generaciones venideras
DEDICATORIA
Mi eterno amor a Mari carmen, esposa y compañera, a mis hijos Juan José, Francisco Javier, José Antonio y Daniel Alfonso, por hacer mi vida grata y sencilla, y sobre todo a Pucallpa, por concederme el inconmensurable gozo de amarla.
AGRADECIMIENTOS
Mi agradecimiento a D. Rafael Zaplana Bernal, mi primo Rafo, periodista profesional, que colaboró eficientemente al parto de este libro.
A todos, todos (y que son muchísimos) los amigos que me alentaron en esta aventura
Literaria.
La televisión ha hecho maravillas por mi cultura. En cuanto alguien enciende la televisión, voy a la biblioteca y me leo un buen libro.
INDICE DEL BOTE DE LA MEMORIA
Prologo
Introducción
Dedicatoria y agradecimientos
1.- Doctor Inhuma Taricuarima, el Dictador de la Tahuampa
2.- El Rincón Andaluz
3.- El Niño José
4.- Luchito el Ciego
5.- Soldadito el Aguador
6.- La escuela 1230
7.- El lago de Paca Cocha y su madre
8.- Sánchez el Ayahuasquero
9.- El terrible crimen de la sra. Barrantes
10.- El Incendio del Año 52
11.- El jirón Concordia
12.- Bélicho el Dentista
13.- Vascones el gallero
14.- Ladico el saxofonista
15.- El Filtro Mágico
16.- La boca de Manantay.
17.- La noche de San Juan
18.- El Ángel del Monte
19.- Juaneco y su combo
20.- Pueblo chico Infierno Grande
21.- El Doctor manteca
22.- La Noche del OVNI
23.- De cuando encerraron un pedazo de sol en una botella de Cristal
Epilogo
El trabajo que nunca se empieza, es el que mas se tarda en terminar
PROLOGO
Por que será que cuando el viento sopla, y la lluvia fecunda a la tierra haciéndola parir todas las semillas que guarda celosa en sus entrañas , vuelven a mi memoria los recuerdos , como una mijanada de peces, cuyas plateadas escamas reflejan los colores del arco iris, multiplicándolos por miles, los que veo con los ojos cerrados, y sus destellos bucilan, saltan y rebotan delante mió , mientras una sonrisa se descuelga sobre mi cara, deslizándose desde una liana de tàmishi, , y con la mano trato inútilmente de alejarlos de mi , y con el monótono golpetear de la lluvia sobre el suelo, montado en los arabescos que dibuja , me transporto a un pasado que me parece a la vez tan lejano que pareciera haber ocurrido en otra época, en el tiempo de nunca jamás, y simultáneamente tan cercano que podría tocarlo con los dedos de mi imaginación y aun escuchar los sonidos que acompañaron a los eventos que los originaron, supongo que es el privilegio de unos pocos escogidos al azar por la Diosa fortuna, con el compromiso de plasmar en blanco y negro, rescatando del olvido, lugares, personajes y sucesos, vinculados a la memoria colectiva de un grupo humano dentro de un espacio geográfico determinado.
Es difícil empezar a separar las historias una de otra, privilegiar unas y desechar otras, convertirme en juez de un abanico de juicios narrativos, castigando a algunas al olvido, y rescatando a otras, sin mas merito que mi libre albedrío, pero al asumir esta placentera responsabilidad (por que negarlo) asumo también el juicio que en cada lector esto despierte.
Recordar es volver a vivir, adagio popular que no por lo trillado deja de ser menos cierto, y si ese recuerdo es agradable, el plasmarlo al papel se convierte en deleite, un disfrute de todos los sentidos, con un gran valor agregado, el otorgado por el tiempo transcurrido, que ha limado las asperezas, olvidado injurias, adornando con los tules de la imaginación los eventos recordados, escondiendo con una gasa lo que hubiera habido de desagradable, molesto o doloroso, la memoria es selectiva, rescata lo bello y olvida o esconde lo feo, y las endorfinas empiezan a fluir como un río desbocado brincando en las cashueras del alma , que nos llena de sensaciones agradables, como las que podrían suscitar las drogas alucinógenas de esa selva mítica que motiva estas narraciones, y así entre las tipishscas de la memoria van surcando los recuerdos desafiando las corrientes del olvido y arribando al puerto del presente
Para aquellos que compartieron estos tiempos pasados, les resultaran familiares estas historias y con seguridad compartirán mis sentimientos, y llenará ese espacio que todos tenemos vació en algún lugar del alma, destinado a alojar nuestros mas gratos recuerdos y vivencias, y quiero trasmitírsela a los mas jóvenes , los que no compartieron el privilegio de ver nacer a un pueblo, que les servirá de ilustración y quizás para adquirir una nueva experiencia, que les ayudará a comprender y valorar a sus mayores , los que con su esfuerzo cotidiano, forjaron esta ciudad, a la que muchos amamos mucho, y cuya posta hoy reciben para continuar laborando en su progreso y engrandecimiento.
Antes que el tiempo nos roa una a una las hojas de los recuerdos como un curvince, pedazo a pedazo, dejándonos huirahumas, picshachos de memorias me apresuro a plasmarlos en este pequeño opúsculo que aspira a ser libro.
Encontramos un tesoro de caserío, lo convertimos día a día en un pueblo y ahora camina a ciudad, el tiempo que pone un límite a todo esfuerzo, nos obliga colgar los guantes de la vida, hoy, mañana o pasado… pero la semilla que germinó se hizo grande en nuestras manos, y esperamos que los que reciben esta herencia la amen y cuiden como lo hicimos nosotros, pues su vida y la de los que los sigan estará vinculada a lo que hagan o dejen de hacer, y si bien los recuerdo puede retrotraernos al pasado, desgraciadamente estos no puede modificarlo, por ello les deseo que al llegar a una edad madura, sus memorias, al igual que las míos, todas sean gratas, y la sonrisa siempre los acompañe, después de todo , en eso y solo en eso estriba la buscada Felicidad, y no necesitan ir muy lejos para encontrarla, pues todos la llevamos dentro, el humano problema, es que siempre la buscamos en los bienes materiales o en otros, o en quiméricos milagros, en utópicos lugares, o falsas deidades.
Empiezo los relatos con alguno de mi padre, D Juan Antonio Zaplana Bellizza, Pionero de la región, publicado en el diario el Comercio de Lima, y como epilogo, incluyo un relato de mi hijo Daniel Alfonso Zaplana Gómez, con el que gano el 2do puesto del concurso de narración “me lo contó el abuelo” convocado por ElectroLima, existe pues una saga familiar que ama a esta selva y le rinde homenaje con la pluma.
Lo bueno y breve dos veces bueno, hasta aquí llega este prologo, diminuta antesala para un inmenso universo de recuerdos y vivencias… que las disfruten.
Pucallpa 15 de Abril del 2008
Introducción
Fuera del perro, un libro es probablemente el mejor amigo del hombre, y dentro del perro probablemente esta demasiado oscuro para leer.
Había tardes en que echado sobre los mechones agostados del escaso césped del antiguo campo de fooball, aquel que se encontraba en el jirón San Martín esquina con Atahualpa, mientras aguardaba el regreso de mi aliento , tras uno o varios ardorosos partidos jugados bajo el intenso sol , dejaba transcurrir el tiempo contemplando el desfile de los copos blancos de aborregadas nubes circulando con el telón de fondo del diáfano azul de nuestro firmamento selvático, con los parpados entrecerrados deslumbrado por la intensidad de la luz que el cielo derrochaba a espuertas generosamente sobre todos nosotros, y con las gotas de sudor descolgándose de mi frente, sentía la ingravidez del momento y gozaba de una libertad sin mas límites que el alcance de mis sentidos, entonces que fácil resultaba cerrar los ojos y hundirse en un océano de fantasías, donde cada una de ellas se corporizaba transitando frente a mi, como un hecho real y plausible, el duro suelo se tornaba blando y etéreo, mientras mi cuerpo flotaba al vaivén de las aguas de un imaginario lago de aguas tibias y amigables.
De rato en rato entreabría los ojos para ver como el sol iba cayendo en cámara lenta en el horizonte, perdiéndose primero entre algunas nubes y luego se sumergía entre las elevadas copas de los mangos, a cuyas ramas volvían las aves a pasar la noche al abrigo de sus hojas.
Así era Pucallpa, bucólica y pueblerina, sin mas estridencia que la del paso del viento entre el follaje, o el grito apagado de alguna madre llamando al hijo que jugueteaba en la calle, con sus casa de techo de palma y sus cercos de pona o caña brava, atados con lianas de tàmishi, por donde se filtraba la brisa de la tarde, y su interior era fresco, con sus pisos de tierra, o las elaboradas, sobre pilotes que las separaban del suelo, con sus puertas siempre abiertas, con una silla en su acera, aguardando al familiar o al amigo, invitando siempre a la charla, sus ventanas sin cristales, la verdad que no se conocía de su existencia, a lo sumo una malla metálica para evitar el ingreso de los insectos.
En el Jirón Ucayali a su costado izquierdo, mirando hacia el río, corría una acequia que llevaba las aguas pluviales desde la Base de la FAP ( estaba donde ahora esta el Hotel Sol del oriente, ex turistas) en dirección al río, a su vera crecían yerbajos y malezas, alimentados por la humedad casi perenne que tenia, con un limo verdoso, donde anidaban las ranas y se regodeaban los cerdos, y mas de una culebra había sido encontrada, siempre despedía un olor ofensivo, sin embargo no llegada a molestar pues el abundante sol esterilizaba las miasmas y el viento lo hacia desaparecer rápidamente, en coronel Portillo existían numerosos charcos de lodo, parecían permanentes y aunque no lloviese siempre estaban con agua, presumo que los moradores das casa vecinas arrojaban sus aguas servidas a la calle, total no existía ni agua ni desagüe, y básicamente Portillo eran tres cuadras, La 4, donde estaba el Cine tropical, la 5 (la del medio) y la seis , donde estaba el Cine Pucallpa, y por supuesto, mi casa, Ucayali era otro tanto, y la siete de Junio era la entrada de la carretera, esto era lo que mas se aproximaba a un conjunto urbanizado, el resto eran casas desperdigadas, con amplias huertas, con árboles de marañon, guabas y mangos, algunos plátanos y coconas, así como cerdos, patos y gallinas, con los que se complementaba la dieta familiar, mas allá ya eran huertas mas grandes, chacras y luego el monte, tan cierto era esto que el control policial de salida del pueblo, estaba en la carretera en el kilómetro dos, mas o menos a la altura de la Sáenz peña y 7 de junio, de ahí en adelante, ya era el camino a Lima.
Hago este recuente para hacer entrar al lector en ambiente, para que le sea mas fácil comprender como se desarrollaba la vida de sus moradores, donde todos se conocían, las fiestas comunales nucleaban al pueblo, y los domingos la Iglesia Católica o Evangélica, eran el punto de encuentro, los jóvenes nos veíamos en la única escuela o en el campo de football, o simplemente en nuestras soleadas calles, o los domingos en la tarde en alguno de los dos cines, espectando las seriales que proyectaban por capítulos, y cuyas incidencias eran motivo de comentario y emulación los demás días de la semana, aguardando en suspenso el desenlace de cada capitulo, al final de cuya entrega siempre quedaba un motivo de suspenso, cuanta ingenuidad albergaba nuestros corazones y cuanta simpleza llenaba nuestra vida, como no añorar aquello perdido en un pasado irrepetible, al que solo alcanzamos a llegar con la maquina del tiempo de estas narraciones.
Era una noche cualquiera , cobijada por el murmullo del entrechocar de las hojas de los corpulentos árboles de mango y el canto de miles de Chicharras , una fina lluvia arrastrada por el viento penetraba por entre las rendijas que dejaban las ponas que a manera de paredes cercaban la habitación, comunicando a su interior una agradable frescura, el perfume a tierra mojada llenaba las ventanas nasales, saturándolas e impidiendo percibir otros olores, el piso de ripas irregulares crujía y se cimbraba cuando alguna ráfaga de viento mas intenso mecía la casucha sobre los sólidos pilotes de Huacapú que la separaban del suelo, un candil de kerosén luchaba clandestinamente esgrimiendo su lanza de luz amarillenta contra la oscuridad , en una desigual y de antemano perdida batalla, iluminando con intensidad variable sus cuatro esquinas, por todo mobiliario una rústica cama cubierta por un amplio y percudido mosquitero que pendía de una viga del techo, ocupaba uno de los lados, a su costado una silla de madera servia de mesa de noche , sobre la que descansaba el mechero, a su lado un manoseado libro de hojas amarilleadas por el tiempo y sobadas por el uso con la cubierta desvencijada , proclamando su extenso y dilatado uso, sobre la cama, sentada a horcadas estaba doña Muti, con un cigarro largo y amarronado pendiendo de su labio inferior, del que parecía formar parte consustancialmente, en su extremo brillaba intensamente con un rojo encendido la punta de su mapacho, al que succionaba con fruición hundiendo sus escuálidas mejillas en su huesuda cara, tenía la mirada como un aguajal húmedo y tenebroso, perdida hacia la oscuridad de esa noche que pugnaba por penetrar en la habitación a través de la única ventana y por las múltiples hendijas existentes entre las ponas, ocasionales relámpagos dibujaban temblorosos arabescos arrinconando fugazmente la negrura reinante, y su resplandor fijaba las imágenes, como la luz del Flash de una misteriosa cámara fotográfica , seguida del sordo y apagado bramido de un trueno , que llenaba la habitación como si fuese el rugido de un Otorongo, emitido desde algún recóndito lugar del inhóspito bosque que nos rodeaba.
De vez en cuando la punta del cigarro se tornaba de un rojo mas encendido como el ojo diabólico de un Supay, y era la única señal que evidenciaba que doña Muti estaba viva , mientras unas volutas de blanquecino humo se escapaban por las chimeneas de sus fosas nasales , envolviendo su rostro cetrino, apergaminado y arrugado en una niebla fantasmagórica, las hendiduras de sus ojos se hacían mas estrechas irritadas por el humo, mientras su rostro translucía el intimo deleite que el fumar le producía, igual podían transcurrir unos minutos que unas horas, desde que el eco de la última de sus palabras se había escuchado, yo me encontraba sentado sobre el piso de madera, absorto contemplándola, esperando pacientemente que volviera del trance en que se encontraba, sus ojos parecían hurgar los recuerdos en los recovecos de su memoria, el tiempo no era nada relevante y se escurría lentamente al igual que las gotas de lluvia, entre las hojas secas de Yarina que fungían de techo.
Allí rodeado por el misterio de la selva , aguardaba paciente los relatos que aquella anciana atesoraba y que uno a uno me iba relatando , casi todos vinculados a sus experiencias personales o que le fueron transmitidos de primerìsima mano, por los antiguos y que yo ahora los recuerdo como si hubiesen sucedido ayer, ella al igual que muchos otros, transmitían la historia verbalmente de las sagas selváticas, rescatándolas del olvido, por eso al igual que ellos quiero ahora contarles a Uds., lo que me tocó vivir, en un entonces caserío, llamado Pucallpa, que poco a poco fue creciendo hasta convertirse en lo que ahora Uds. conocen, y que seguirá creciendo, sepultando su historia, enterrándola con cemento y progreso, hasta que sus moradores olviden sus orígenes, de donde vinieron, quienes fueron y quienes son, convirtiéndose en extraños de su propia tierra, perdiendo las raíces que los sujetan a este suelo que nos cobijó generosamente, y que lo seguirá haciendo con nuestros hijos y nuestros nietos, mientras sepamos conservar los lazos que nos unen a esta tierra colorada.
Todas estas historias son vivencias personales, y en ellas no hay mas ficción que la que pudieran otorgarle los giros literarios que me he permitido como única licencia para no alterar el curso de los acontecimientos.
Cuanto hay de cuento y cuanto de historia?? La verdad se confunde con la fantasía?, donde se encuentra esa sutil frontera entre lo mítico y lo tangible ?
La mente es una incansable factoría de recuerdos, y los va soltando de a pocos, y estos brotan como trozos de topa (madera balsa) impulsados desde la profundidad del lago de la memoria, y hay que irlos hilvanado uno a otro como la Jangada de trozas de madera que bajan por el rió unidas por cables de acero, formando inmensas balsas, para impedir que el caudalosos río del tiempo las aleje de nosotros a ese lugar donde la muyuna (remolino) del olvido las atrapa y sumerge para siempre.
Las alas de la nariz de la anciana Muti se movieron abriéndose y cerrándose, como una mariposa que intenta despegar de su cara y volar a la oscuridad de la noche, llevándose su nariz , que se aplastaba sobre su rostro, como un sapo hualo ( Batracio de gran tamaño, en la amazonía) agazapado y listo para el salto; Sus ojos recobraron el hálito vital que parecía habérsele escapado, sus labios se movieron en una mueca inverosímil, la frágil y alargada ceniza que coronaba su cigarro, se desprendió en pequeños fragmentos que flotaron como grises mariposas arrastradas por el viento, sus sarmentosos dedos jugaban con un pedazo de la tela de su falda como queriendo hacer un rollo delgado con ella, y reanudo la historia que había interrumpido..............
Aguajal: pantano donde crece los árboles de aguaje
Otorongo: Tigre de la amazonia
Mijanada Cantidad de peces que salen por miles de las cochas al crecer los ríos, y que nadan aglutinados, en una manada que en una milagrosa explosión de vida se materializa cíclicamente en todos los ríos de la selva
Ponas: Corteza de una palmera, que se usaba mucho en pisos y paredes
Supay: Diablo
Mapacho: Cigarro confeccionado artesanalmente con hojas de tabaco fuerte secadas y liadas hasta formar un puro
Mechero o Candil: recipiente confeccionado con un tarro vacío de conservas o leche, agujereado por el centro, en su parte superior, por la que se introducía una mecha de algodón, y llenaba de combustible, y que servia de lámpara
Muyuna: Remolino
Yarina: palmera de cuyas hojas de confeccionaba el techo de las casas
Otorongo: Variedad de felino carnívoro americano, corpulento
Curvince: variedad de hormiga, que se alimenta de hojas, y que en una noche pueden dejar en tronco desnudo un antes frondoso árbol
Huairauma: cabeza vacía, hueva, sin contenido, olvidadizo
Picshachos: flácidos, descolgados
Ripas cortezas de madera
Sapo Hualo ( Batracio amazónico)
Huacapú: Tronco de madera dura que se empleaba mucho en construcción nativa
Tipishscas: Atajo entre dos curvas de un curso de agua, (río o quebrada)
Cashueras : cascadas de agua
Surcando: navegando en sentido contrario a la corriente.
NOTA : Ud encontrara una serie de palabras de uso regional, con su interpretación para hacer comprensible la lectura, las consigno por dos motivos, el primero y mas importante, porque el verbo va ligado al hombre, a su forma de interpretar su circunstancia y su entorno, su manera de expresar sus vivencias, su musicalidad es parte de la danza de las palabras con las que el hombre transita por la vida, es la melodía que pone ritmo a nuestro discurrir, sin el verbo no tiene explicación nuestra existencia, es la herramienta principal que permitió nuestro despegue de la escala zoológica primitiva, hasta el lugar que ahora ocupamos. Ya la Biblia lo consiga,… primero fue el Verbo.
El segundo motivo es para rescatarlas del olvido, la selva sin su léxico propio no es la selva verdadera y entrañable, pierde su misterio, su grandeza, su identidad, sin pretender ser un Diccionario de regionalismos, quiero incluir todas aquellas palabras que mi memoria me permita, pues son los náufragos de este Titanic que se hunde, desgarrado por el iceberg de la modernidad.
martes, 6 de enero de 2009
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