martes, 6 de enero de 2009

EL REGATON

EL REGATON Imágenes pueblerinas
La mañana abria sus párpados aun legañosos sobre las altas copas de las lupunas, que de espaldas al ucayali parecian ignorar el ultimo beso de plata que la luna depositaba sobre sus amarronadas aguas, mientras una lancha rizaba con su albarenga, ondulaciones con reflejos oleosos, surcando cansinamente el río, con la cacofonica tos de su motor….. cof….cof….cof……cof…, el metal cariado de sus cilindros manifestaba asi la cronica tuberculosis de óxido que lo estaba matando, la humedad de la selva no perdona ni a los fierros.
Amasifuen, enteco y nervudo como el solo, miraba alejarse de su vista y de su lancha el barranco colorado del puerto de Pucallpa, donde destacaba el aguzado obelisco del Reloj Público, escaso de arte y carente de belleza, como un palo seco que apuntaba cielo como el dedo sarmentoso de un anciano, señalando quien sabe que, con el ojo abierto de su esfera y sus paraliticas manecillas , inútiles de casi siempre, pero que servian de faro a las lanchas que navegaban por el río, y de mirador a los gallinazos que con sus alas extendidas, secandolas al sol, se posaban en su vértice.
Shilico por naturaleza aunque no de nacimiento, partia una vez mas al alto Ucayali, si no tenia suerte hasta Atalaya, y si la tenía quiza tan solo hasta Iparia o un poco mas arriba, su destino estaba vinculado a lo pronto que se le agotase la mercaderia con que comerciaba, telas baratas, vajillas enlozadas, comestibles, armas y municion, machetes y otras herramientas para el campo, combustible y medicinas, y como no, cerveza, aguardiente y un poco de gaseosas, de todo un poco, para su venta o trueque, esto ultimo mas rentable, pues ganaba por partida doble, el pescado seco, la fariña, y la carne de monte ahumada gozaban de muy buena demanda en Pucallpa, así como las pieles de los animales (lagartos, tigres, venados, etc) que eran codiciadas en el extranjero.
No era su primer viaje, ni seria el ultimo, esa era su vida, libre como el viento, sin ataduras ni jefes, dueño de su vida, de su tiempo, y de todo el horizonte que abarcaba su vista, su torso desnudo, quemado por el sol y curtido por la briza destacaba como el mascaron de proa de un barco vikingo, mientras se dejaba acariciar por las gotas de agua que le salpicaban al cuerpo, al deslizarce la proa rompiendo la corriente, Al navegar todo su trabajo se reducia a buscar con la mirada la presencia de algun tronco que bajase por el río y que pudiese romper el casco de madera de su lancha, y asi pasaban las horas, cayendo como los granos de un reloj de arena, lentos , bayanos, sin mas esfuerzo que el que la ley de la gravedad le proporcionaba, tan bayano como la gente de esta tierra selvatica, donde el tiempo no tiene importancia, y las distancias tampoco, donde el deslizarce de las horas solo se notan en los retortijones de las tripas reclamando el Yantar, o los cambios de color del cielo hasta caer la noche, así es la selva, donde cada hombre hace su propio reino del que es rey y siervo, juez y parte, propietario e inquilino, donde el márgen para los errores es estrecho, pero los predios de la felicidad son grandes.

Antes de caer la noche atracaria en Masisea, y de seguro que alli ya tendria a sus clientes aguardando, pues su rutina mensual ya era conocida, luego Santa Rosa, Iparia, y cientos de pequeños asentamientos aun sin nombre pero con necesidades, donde su mercaderia poseia un valor inmenso, y su precio dependia de su escases , a mas escaso mas caro, la ley de la oferta y la demanda aplicada hasta en los lugares mas impensados y alejados del wall Street que regia el mundo, una rutina que la hacia confiable, cuya monotonia solo se alteraba por algun sherete nuevo an alguno de los puertos, donde las jóvenes generosas con sus favores, los cambiaban por un par de aretes de bisuteria o unas bragas que mas tardaban en colocarse, que en bajarselas, prodigas de sus redondeces, y sus cantarinas risas, que reventaban en los oidos con implicancias eroticas, y a la luz complice los candiles repartian las chispas de su mirada invitando a la lubricidad inocente, sin agendas ocultas ni segundas intenciones, hacer el amor por el amor mismo, disfrutando de su belleza fugaz, que la selva marchita precozmente, bebian de toda el agua que pasaba su vera, antes de que secara la fuente, un pragmatismo muy amazonico, disfruta hoy, pues el mañana , al menos para uno, tal vez no llegue.
Sin fatalismo implicado en este patron de conducta , tan solo la dócil aceptación de una realidad que se vive cotidianamente, sin angustias ni depresiones, la muerte podria estar a la vuelta de la esquina, o en la proxima curva del río, pero la vida esta al alcanze la mano, y alla se aferran frenéticamente, esprimiendole hasta la ultima gota al disfrute sensual de su presencia.
Cuantas veces al ver partir al regaton, desde mi privilegiado puesto de observador , sentado en una desvencijada banca del malecon, y al verlo con su lancha llena de mercaderia e iluciones, envidiaba su estilizada figura, y las mil y una experiencias que viviria en su recorrido, donde no solo comerciaba, si no, que era el medio informativo de la cuenca del Ucayali, pues llevaba y traia las noticias de todo lo que acaecia, una vez terminada su jornada de trabajo, se sentaba al rededor de botella de aguardiente, y mientras alejaba a los zancudos con ambas manos, vertia y recogia todas las noticias de la zona, y asi, de caserio en caserio oficiaba de periodista no nombrado, del diario de la curiosisad humana.
El Regaton, oficiaba tambien de profesional de la medicina, pues era el que presquivia las medicinas con que comerciaba, antiparasitarios para los Buchisapas, tonicos para los ponguetes o puspuchos, penicilina para algun cusuzapa, a mi se antojaba como una pequeña biblioteca itinerante, con un compendio practico del conocimiento humano, donde su consejo era apreciado por esas buenas gentes que habitaban a la vera de nuestro río, agenas a la malicia, delincuencia y timo, que aceptaban lo dicho con el valor que daban a la palabra empeñada, donde si comparaban algo al fiado, no necesitaban firmarlo (lo que con seguridad no sabrian hacerlo) bastaba la palabra dada, y punto, asi se pactaban la mayoria de los negocios, por llamarlos de alguna manera.
Este personaje es ya una especie en extinción, como lo fue la inocencia pueblerina, se marchó como las aguas del ucayali, corriente abajo, y no se las llevó el río, si no que los espantaron los mismos hombres, se perdieron las risas cantarinas, las miradas complices, el entrelazar de manos, y quedo tan sola la resaca esteril de un recuerdo hermoso, y hoy he querido compartirlo con Uds.
Lima Enero 2009



ALBARENGA : lancha que se adosaba a otra, que poseía la fuerza motriz, y era transportada por ella, aumentando la capacidad de carga de la nave, por extensión se aplicaba a las mujeres que acompañaban al hombre, como su pareja, concubina o similar.
SURCAR: navegar a contra corriente
SHILICO: Oriundo de Celendin, (Cajamarca) generalmente tesoneros comerciantes, se asimilan como los Judíos Peruanos, sin tener esa etnia, pero si sus dotes de comerciar
FARIÑA: Granos de almidón de yuca, de gran valor alimenticio y fácil transporte y conservación.
BAYANO: vago, que prefiere el descanso al trabajo
YANTAR: acto de alimentarse
SHERETE : enamorada, sheretero: cortejador
BUCHISAPA: barrigón, de abdomen prominente, generalmente por parasitosis intestinal
PUSPUCHO, PONGUETE: pálido, cenizo (anémico)
CUSUZAPA: Tosedor

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