martes, 6 de enero de 2009

LADICO EL SAXOFONISTA

Y ahora pienso en las múltiples veladas que animo Don Ladislao, cuantos romances acunaron las notas de su saxo, cuantos idilios surgieron a su compás, pero ese inolvidable domingo le toco hacerlo para su hija, y ese Cow Boy flaco con un desteñido bigote sobre los labios, que la llevaba entre sus brazos como quien traslada en medio de un estanque los pétalos de una delicada flor. Gracias Don Ladislao por el hermoso marco musical con que adornaste la vida de nuestra querida Pucallpa. Gracias por la tarde inolvidable que me brindaste por partida doble.

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