martes, 6 de enero de 2009

EL JIRON CONCORDIA

Dedicado a Ellas.... las profesionales del amor.
SI LA SUERTE TE DA LA ESPALDA…..pellízcale la nalga


Si Ud. complaciente lector, busca hoy en día en cualquier plano de Pucallpa, el Jirón Concordia, perderá su tiempo infructuosamente, sin embargo dicha calle existió, y era lo suficientemente céntrica como para no ser ignorada, y por la función que desempeñaba, era quizás después del Jirón Coronel Portillo, la mas conocida, se encontraba ubicada paralelamente a lo que era la carretera de acceso a la Ciudad, hoy Jirón Siete de Junio, y hacia esquina con Coronel Portillo, donde empezaban un grupo de casas confeccionadas con rústicos tablones de madera, elevadas a unos 80 cm. del suelo por unos pilotes del mismo material , con el objeto de protegerlas de las copiosas lluvias propias de la región, así como de las serpientes, frecuentes en esos años. Frente a esta fila de casas, seis, si mal no recuerdo, descendía una suave pendiente que llevaba hacia una cercana quebrada de escasas aguas, sucias y mal olientes, que recibía el nombre de * Ashna Caño (asna simplemente para otros) y a la que eufemísticamente algunos llamaba anís caño, eran unas aguas estancadas pantanosas cubiertas por un limo grueso de color verde que despedía un olor insano y nauseabundo, que hacia honor a su nombre, y atravesada por un precario puente de listones de madera distribuidos irregularmente, que se movían peligrosamente al paso de los peatones, y que unía a los moradores de la zona sur, con la ciudad.

Estas viviendas cuyas fachadas orientadas hacia la quebrada, daban pudorosamente la espalda al pueblo, estaban pintadas de un color claro, entre el blanco sucio, y un verde Nilo aguachento, con ostensibles costras de pintura semidesprendidas por acción de un sol inmisericorde, la humedad y el tiempo, cada una contaba con una escalera de acceso, estrecha sin baranda alguna, de color cenizo y desgastados peldaños, que crujían con secos lamentos artròsicos ante el peso de los marchantes, que permitían el ingreso de los usuarios del servicio, sin transición y de manera rápida, lo cual convenía a los intereses de los abundantes parroquianos que la frecuentaban, tanto de día, aunque de manera preferente por las noches, al abrigo de la oscuridad y la escasa o ninguna iluminación del lugar, a sus costados se ubicaban dos ventanas, que fungían de marco a la mercadería humana con la que allí se comerciaba, y que a estas alturas de la lectura, ni aún, al menos avispado de mis consecuentes lectores , se le habrá escapado cual era el cometido de estos locales, cuyos techos de palmera a dos aguas con el característico color de la hoja seca y coronados por negros gallinazos , semejando unas horripilantes gárgolas. Estas aves sobrevolaban la ciudad, fungiendo de diligentes obreros de baja policía, ecológica función que nunca retribuimos adecuadamente, y en contrapartida martirizábamos con frecuencia, arrojándoles semillas de aguaje, de las muchas que sembraban nuestras calles, en substitución de las piedras que no conocíamos, por ser ajenas a la zona.

En la edad de la curiosidad infantil y acicateado por amigos mejor informados, tome conocimiento de su existencia, pues aunque mi casa se encontraba en el Jirón Coronel Portillo a escasos 200 metros del susodicho lugar, y había cruzado el puente de Ashna Caño infinidad de veces, cuando en compañía de mi padre nos dirigíamos a pescar a la quebrada de Manantay, un afluente menor del Ucayali, pródigo en peces; Ni lejanamente barruntaba que función cumplían, pero a partir de esa fecha al cruzar por la esquina, disimuladamente muy de soslayo y con el corazón galopando dentro del pecho, espiaba dichas casas, esperando ver algo especial que pusiese en evidencia como un signo exterior de lubridés la función que cumplían, o ver de cerca a las féminas dedicadas al mas antiguo de los humanos oficios, a las cuales imaginaba jóvenes y bellas, con diminutas y transparentes prendas a través de las cuales se vislumbraban sus redondos y turgentes senos, sus delicados muslos y enervantes glúteos, ignoro si por la fugacidad de mi mirada o por la inexistencia de su presencia, nunca logré ver nada de lo que yo ardientemente deseaba, lo cual aumentaba mi curiosidad logaritmicamente, sin embargo no acopié el suficiente valor como para ir abiertamente a indagarlo por mi mismo, muchas veces encaminé mis pasos en su dirección y otras tantas regresé sobre mis huellas, tenía la sólida impresión que era objeto de mil miradas, las cuales una y otra vez golpeteaban contra mi nuca, cual ave carpintera , horadando un tronco , y su rítmico tuc..Tuc..tuc.. Lo percibía en mis oídos, pero con seguridad no eran otra cosa que los acelerados latidos de mi corazón captados por una en demasía celosa y puritana conciencia.

Mis compañeros de juego mas osados o desvergonzados que yo, comentaba sobre las mercenarias del amor que habitaban dichas casas, refiriéndose a ellas como La Shobona (la de cabello abundante y largo) La Viborita (de andar serpenteante), la Poto Sapa (dotada de unas nalgas generosas) La Chucho Sapa (de senos exuberantes) La Medio Beso (desfigurada por una parálisis facial que desviaba la comisura de sus labios) La Mil Quinientos (por la suma de sus honorarios) La Concha (cuyo apelativo tenía evidentes connotaciones sexuales) la Shishaca (de origen serrano) La Brashica (provenía del Brasil) y así infinidad de apelativos con los que las identificaban, a cuál más exótico o graficante, incluso uno de ellos, el mayor del grupo ya había conocido de los placeres venéreos, y padecido sin vergüenza pero con mucho susto una terrible Purgación (nombre Con que denominábamos a la Gonorrea) , de cuya curación fui cómplice substrayendo de la Farmacia de mi padre las milagrosas inyecciones de Penicilina que el caso requería para su tratamiento, las que se las intercambie por un par de hermosas rodilleras que ambicionaba, para ocupar la portería cuando practicábamos deporte que era un día si y el otro también.

El hecho es que una noche, a eso de las 9 y encontrándose ausente mi Padre, por haber viajado a Lima en unos de sus muchos desplazamientos por razones comerciales o familiares, y aprovechando que mi madre se encontraba atareada en los menesteres que demandaban su presencia, haciendo acopio de ese valor que no tenía, y con las hormonas golpeando en cada célula de mi escuálida anatomía, me encamine al Jirón Concordia, pero para no hacerlo tan evidente espere a que terminase la función de vermú del Cine Pucallpa, ubicado en la acera del frente de mi casa, para ello aguarde a escuchar la música que emitía su altoparlante indicando que la primera función de la noche había terminado, y a los acordes de la Sonora Matancera y con la voz de Leo Marini entonando “ Amor de Cobre ” me confundí entre la multitud que salía de la función, camuflándome entre los que se dirigían hacia el sur, caminé con el grupo; En mis oídos repicaba una voz entre aguardentosa y cantinera que emitía el altavoz del cine a todo volumen, .........
Todo en la vida tiene su valor ..........

Para hacer menos evidente mi intención, superé la esquina de mis tribulaciones, cruce el puente sobre la acequia y tras avanzar una cuadra, como si de pronto hubiese recordado algo que requería de manera urgente mi retorno, me volví y desande nuevamente el puente, cuyas precarias tablas temblaban, ya no por su natural inestabilidad, si no, como producto del nervioso entrechocar de mis piernas, la calle estaba obscura lo cual convenía a mis intenciones, ............ la tonadilla musical me alcanzo nuevamente montada sobre la suave brisa nocturna con perfume a selva........ ... Pero tus besos y caricias las vendiste.............
Me guarecí en la acera del frente, debajo de un arbusto de Achiote de amplias hojas y Velludos frutos, y me dispuse a contemplar lo que allí sucedía. A la luz brillante que emanaba de la albina camiseta de una Petromax, se distinguían fugaces las siluetas de unas mujeres de trajes sencillos de percal, con un acentuado maquillaje en sus poco juveniles rostros, lo que les otorgaba un aspecto de muñecas japonesas... la voz de Leo Marini continuaba meciéndose voluptuosamente en la brisa volvió a sonar en mis oídos..............
a un pobre errante que te compro el amor .............

y el surco rayado del gastado disco de bakelita repetía incansable y acusador
..............que te compró el amor............que te compro el amor...........

Hasta que el encargado de manipular el aparato, con un ruido sordo deslizo la aguja del tocadiscos hacia adelante.

Ellas exhalaban volutas de humo de cigarrillos que con fruición aspiraban y que escondían sus facciones ocultándolas como tras un tenue y vaporoso velo, mientras animaban con sus agudas voces y estentóreas risas a ingresar los a los 4 o 5 parroquianos que al pie de las escaleras aguardaban ordenada y disciplinadamente, matizando sus palabras con obscenas bromas, otros mas alejados simplemente al igual que yo practicaban el Voyeurismo pero de manera menos sigilos.
Cabalgando sobre la fresca brisa nocturna me llegaba en cíclicas ondas un perfume a Tabú y Canoe, que desde entonces identifico con el olor de los burdeles o el de sus servidoras.

Permanecí agazapado en el mismo lugar, reventando nerviosamente las gruesas vainas de los frutos del Achote y jugueteando con sus semillas, cobijado entre sus ramas.

Periódicamente una chica substituía a otra, mientras otras ingresaban cogiendo de las manos a sus eventuales compañeros de lecho, arrastrándolos casi a la fuerza hacia el interior, toscos camioneros, remilgados comerciantes, uniformados reclutas desfilaban desordenadamente hacia el interior como perdiéndose en un cada vez más obscuro túnel conforme se alejaban de la luz de la antesala, y así vi repetirse este rito muchas veces, y yo imaginaba los placeres carnales a los que estas damas de la noche, con profesional dedicación se entregaban en las habitaciones interiores, intuía sus blancos muslos abrirse a la vida, el rítmico movimiento de sus caderas galopando detrás de muy humanas e intensas sensaciones, aguzaba mis oídos queriendo escuchar sus asmáticos jadeos mientras sentía desarrollarse entre mis piernas mi incipiente virilidad. Y un calor diferente al de la naturaleza de nuestra región, invadía cada célula de mi cuerpo con unos latidos que en oleadas se expandían paulatinamente en mi interior intentando traspasar las fronteras de mi piel. , la cual era golosamente mordisqueada por una Mijanada de pirañas, de pronto una explosión de nuevas sensaciones eclosionó entre mis muslos y el desbocado rió del placer inundo y sacudió mi cuerpo en un espasmo delicioso que me depositó en un mundo desconocido del que no hubiese deseado retirarme nunca.

Una sensación de culpa se apodero de mi pecho y cual una boa se enroscó alrededor de mi corazón constriñéndolo entre sus anillos. Sin darme cuenta había cruzado el Rubicon de mi vida; Así, sin haber podido identificar fehacientemente a ninguna de aquellas famosas huríes que vendían sus favores, cuyos apelativos había desgastado de tanto mencionarlos en mis noches de lubrico insomnio, como si el reclamo en celo de mi voz pudiese obrar el milagro de traerlas a mi lado, desnudas como etéreas ninfas, flotando en el aroma casi genital de la floresta.
Y tan subrepticiamente como llegué me retire.

Mi intrépida aventura no había durado mas de 45 minutos, pues aún sonaba la música del Cine Pucallpa que preludiaba el comienzo de la última función de la noche, y al paso marcial de “El Corneta”, interpretado por Daniel Santos, me encamine a mi casa, .............. te metiste a soldado y ahora tiene que aprender ...............

Entre por la puerta de la Farmacia, que por estar de turno aún estaba abierta, poniendo la mejor cara de yo no fui que podía adoptar , y apelando a todo lo que mi capacidad histriónica me permitía, y como quien no ha matado una mosca, me senté en uno de esos sillones inclinados de madera que amoblaban el área de atención al público, testigos de las amenas e interminables tertulias de mi padre y sus amigos,
.............. a coser, a lavar........... ahora tienes que aprender ...........

.. el ritmo pegajoso golpeteaba persistentemente mis sienes., Miré de soslayo a mi hermana quien ocupaba el sillón contiguo leyendo aparentemente de manera abstraída una revista de dibujos, pero que yo sabía me miraba escrutadoramente tratando de adivinar donde había estado, y de pronto la escuche decir ......... Mamá, .........mira a mi hermano .............esta todo rojo..........., Sentí que el mundo se desplomaba a mis pies, y me sumía engullido por la vorágine de una monstruosa Mulluna en que se había convertido mi sillón, me contemplaba reflejado en el espejo de mi conciencia y me vi rojo por la vergüenza y la humillación, mientras mi madre se acercaba hacia mí y yo me empequeñecía cada vez mas mirando atónito en dirección a ella ; Se detuvo a un paso frente a mi, y me dijo ........... Mírate las manos, ..........mírate la ropa............. donde te has metido ?, bajé la vista y acerque mis manos en dirección a mis ojos, los cuales los tenía desmesuradamente abiertos, y estas se encontraban rojas ,como tintas de sindicadora sangre, o como el carmín de las mujeres de la calle Concordia, al igual que mis pantalones en las partes que los había tocado, rojas marcas dibujaban un sendero hacia el suelo desde mis muslos, circundando mis nudosas rodillas, provenientes de un manantial que no acertaba a identificar; Seria posible que el lápiz labial y el carmín hubiesen podido salvar la distancia de mas de 15 metros que me separaba de ellas? O quizá un ángel acusador me había marcado con su dedo de fuego para que se me reconociera fácilmente como el Voyeurista del barrio.

Un ominoso silencio selló mis labios, como si acabase de comer una docena de caimitos, mientras atónito observaba lo que en ese momento me resultaba totalmente incomprensible y diabólicamente real. Afortunadamente los clientes de la farmacia reclamaron la presencia de mi madre y solo a atinó a decirme.........vete a bañar inmediatamente ... ..........
corneta para lavar, corneta pa trabajar, corneta pa no se que ...........,

con el metálico solo interpretado por la corneta en ese instante, desperté del letargo en que mi estupor me había sumido , y corrí.......,no, volé.. sobre mis cortas piernas en dirección a la ducha, y al quitarme los pantalones vi caer al suelo desprendidas de mis bolsillos como diminutas cuentas de un rosario, unas semillas de achiote de tornasolado e intenso color rojo, que por efecto del agua que mojaba el piso de la ducha empezaron a rezumar su roja savia, recién entonces, al conocer del origen de mi rubicundez, me volvió el alma al cuerpo ............
y ahora tienes que aprender........aprender............. aprender ....

Daniel Santos parecía burlarse de mis tribulaciones desde la cónica membrana del parlante.

La civilización, el Municipio, y nuestras Victorianas y pudibundas costumbres, alejaron a estas damas y su carnal comercio hacia la Carretera, Ubicándolas en el kilómetro tres y medio, centralizando sus femeninos servicios bajo un solo techo regentado por una de sus compañeras de trabajo poseedora de elementales conocimientos de Marketing, jubilada prematuramente por el tiempo, en este oficio que demanda siempre carne joven para ser rentable, y para que no quedase huella de ello cambiaronle de nombre a la calle, y ahora esta se llama Jirón Vargas Guerra, si esa misma calle por la que tu amigo o amiga lectores, con seguridad habéis pasado muchas veces sin imaginar su singular historia.

* (Acequia pestilente en quechua)
Aguaje: Fruto oleaginoso de una palmera de la región, de agradable sabor, y gran aceptación, al que se atribuye elevado contenido en Fitoestrógenos
Petromax: Marca conocida conque denominábamos a las lámparas a gas de kerosén o gasolina.
Sapa: sufijo regional que indica tamaño exagerado de algo determinado por el prefijo
Mulluna: remolino de agua que se forma por efecto de la corriente de los ríos, a la que se atribuye la desaparición de embarcaciones y personas
Achiote: planta que produce unos frutos que se emplean como un excelente tinte vegetal de color rojo intenso, prácticamente indeleble. Para la tinción de telas.
Piraña: pez carnívoro y muy voraz de la Amazonia, que suelen desplazarse agrupados.
Mijanada: grupo de numerosos peces que se desplazan juntos. En ocasiones miles.

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